jueves, 21 de octubre de 2010

Pasear

La luz de otoño, suave y tamizada, proyecta sombras largas que cruzo caminando mi paseo diario por Sant Pol. Bajo a la playa por arriba, al salir subo la cuesta por la izquierda, detrás de las casas solo están los pinares, alcanzo la cima y el mar allá lejos se despliega casi en 180º. En otra cima, la de enfrente - mi "casita" favorita: la iglesia de San Pau, blanca, irregular, mágica. Sant Pol se expande sobre varios montículos, casi como todos los pueblos del Maresme. Bajo nuevamente y aspiro el  olor del mar, movido y batiendo olas. Sol es enorme bola naranja y la vuelta a casa casi coincide con su ocaso. Aprovecho los últimos segundos y me baño con su calor. Mañana será otro día.

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