jueves, 31 de mayo de 2012

El último día de mayo y la luna creciendo...

El azar suele ser mi aliado al que recurro cuando la vida me (cómo no) sorprende. Reconozco que, con frecuencia, me instalo en la rutina del tiempo lento. Entonces nada ni nadie impide mi existencia lineal. Naturalmente, hago todas las cosas que se hacen diariamente y esto termina siendo "lo normal". Y el corazón late porque hay un botón automático que se ocupa de que él y otros órganos, cuyas instrucciones no nos han dado afortunadamente, siga funcionando. Pero el azar... otra vez.
En 30 segundos ocurre, dicen, todo. Un cruce de miradas es suficiente para que todo lo que va a ocurrir quede registrado. Luego, influimos, unas veces a favor nuestro, otras, en contra.
Pero, el ritmo del corazón está alterado. Una imagen-instalada. Me acompaña mientras hago el café, paseo, riego la plantas, pinto y sueño...