martes, 11 de enero de 2011

Tarde plácida y fría

Ante la belleza del mar solamente puedo quedarme quieta. Esperar a que se acerque y deje su huella efímera sobre la arena fría y húmeda para borrarla en la siguiente arribada. Y así que pasen las horas. Es lo que me gusta de la pintura- el silencio. No hay que decir nada, explicar nada, simplemente pintar y ser parte del arte silente.
Luego, compartirlo, con fotos buenas intentar trasladarlos a este medio aéreo o de partículas invisibles viajeras del espacio.
La tarde discurre lenta y tranquilamente. El mar, oscurece. El ocaso manda sombras. Enciendo luces.
Afuera, casi noche.

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