lunes, 23 de marzo de 2020

Ayer, domingo, mientras iba a prepararme mi primer té, recibí la noticia del terremoto en mi Zagreb. El amigo que, con su habitual delicadeza, me hacía llegar la malísima noticia, es un excelente pintor, poeta, uruguayo ilustrado y atento a la belleza. De ahí la noticia me vino amortiguada, no por ello menos horrorosa. Inmediatamente llamé a mi familia, todos a salvo, doblemente impactado, todos en las calles, todos esperando los temblores que se iban sucediendo a menor intensidad. Y entonces empezaban a publicarse imágenes, una torre de la Catedral desplomada, edificios rajados con el invisible cuchillo, coches aplastados por los ladrillos voladores, hospitales sin techo, desalojo de recién nacidos, libros desmoronándose en la librería de viejo... Imágenes a 1.500km de distancia. Y aquí, casi ningún comentario.  Es cierto que la pandemia es mundial (su denominación es esa), pero la empatía debería serlo también. 
..."si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera de afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti." John Donne

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