Solamente por la fecha de la última entrada reconozco lo rápidos que pasan los días. Estuve en muy buena compañía, primero Eco y después una escritora, para mi desconocida, Cristina López Barrio y su libro "la casa de los amores imposibles". Así se fue la primavera y el verano achicharra, anunciado por petardos en la noche de San Juan. No salté hogueras ni corte tréboles, una copita de oporto y a la cama. Pero, quiero recomendar a CLB y su libro a los que necesitan sentir la magia de las palabras y zambullirse en las imágenes que producen. Gabo nos trajo a los Buendía, ella a toda una estirpe de mujeres de grandes amores y mayores pérdidas.
Puede que en cada familia haya algo de eso, en la mía también. Total, mientras mi jardín se llenaba de flores yo lloraba a mares debajo del algarrobo. Terminado el libro-algo del hechizo perdura, me hace recordar a mis mujeres y en pequeños gestos las reconozco en mi. También en grandes catástrofes o éxitos, que no dejan de ser la misma cosa, solo vista de un ángulo que nos humilla o gratifica! Y miro mis manos y veo las de mi madre, especialmente el índice derecho que se va torciendo artrítico, o veo a mi abuela, solitaria y enfrascada en la lectura tomando el café cerca del arbusto de las lilas-que por ella, plante. Total, la vida en un plis-plas.
Los pájaros, desde palomas y tórtolas hasta gorriones y mirlos, no paran de piar. La gata, tan poco independiente que parece un perro, pide mimos. Y yo me voy a la playa.